Ampliamente usado en la fabricación y en la industria del SXX, las distintas variedades del mineral conocido como amianto, son las responsable de distintas enfermedades entre la que se encuentra la forma agresiva de cáncer conocida como mesotelioma y que se relaciona estrechamente con la exposición a aquél. Este grupo de minerales consisten en seis tipos que a la vez se dividen en dos categorías. El amianto serpentina está formado por fibras curvas que contrastan con las fibras rectas y oscuras del amianto anfibólico. Los miembros de la familia anfibólica son los más peligrosos dado que las fibras son finas como una aguja, algo que permite que se alojen en los tejidos del cuerpo.
El amianto crocidolita. También llamado amianto azul por su coloración, ya no se extrae y ha jugado un rol menor en la historia del amianto. Su propiedad como resistente al calor es inferior a otras variedades y su uso principal fue en la fabricación de fibrocemento. Este miembro del grupo de los anfíboles tiene forma similar a un largo cabello que permite que se penetre en los tejidos del cuerpo. Entre 1900 y 2003 el el uso del amianto crocidolita supuso sólo un 2.2% de la producción y consumo mundial.
El amianto marrón o amosita, es otro miembro del grupo de los anfíboles. Es el segundo más peligroso dada la longitud y rectitud de las fibras que el cuerpo no puede expulsar. Como el amianto azul, esta variedad ha causado la muerte y la enfermedad de un devastador número de mineros en Sudáfrica. Esta forma de amianto supone el 5% del uso industrial de amianto. Aunque ha sido prohibido en muchos países, los productos de amosita todavía existen en los edificios y pueden suponer un peligro cuando las fibras se liberan.
La forma más usada de amianto es el crisotilo, un miembro del grupo rizado de la serpentina. Su uso comercial es el único destino que se ha dado a esta forma de amianto. Sus fibras normalmente son más blandas y menos duras que las variedades anfibólicas, lo que permite que se le de otros usos. Con una larga historia en cuanto a su uso durante los últimos dos siglos, el crisotilo se usó dada su resistencia al fuego en la industrial textil y en las lámparas de mecha. Extraído en Canadá, Rusia, Italia y en otros lugares este mineral, permanece en el centro del debate relacionado con su seguridad.
Esta forma verdosa de amianto se encuentra normalmente en rocas metamórficas. Su estructura es la de unos cristales prismáticos en forma de una red larga y fibras, y tiene un brillo sedoso. La actinolita tiene una textura dura y no está hecho en forma de tejido como ocurre en otras formas de amianto. Además esta forma de amianto posee un pobre nivel de flexibilidad, y sus capacidades en cuanto a resistencia al calor son inexistentes. Las impurezas minerales de esta forma de amianto incluyen hierro y cal.
Esta forma de amianto, que tiene una gama de colores que va del gris blanquecino hasta el gris oscuro o verde, tiene un estructura laminar o fibrosa. El nombre de antofilita deriva de la palabra latina, anthophyllum, que significa clavo, lo que hace referencia al color del mineral que comúnmente se encuentra en este mineral. El brillo de la antofilita va de vidrioso a perla y posee cortas fibras y una textura dura. Su resistencia a los ácidos, a los alcalinos y al calor es muy fuerte, por lo que es un aislante natural.
La forma gris-blanquecina, verdosa, amarilla o azulada de esta forma de amianto tiene un brillo sedoso y es miembro del grupo anfibólico de los materiales silicatos. La estructura del amianto tremolita es larga o prismática con fibras agregadas. La textura de este material generalmente es dura, aunque a veces es blanda. El material posee un pobre nivel de flexibilidad, aunque tiene buena resistencia al calor, los ácidos y los alcalinos.
Aunque los intentos más recientes tienen por finalidad reducir la friabilidad de este material, un número elevado de productos hechos con amianto se pusieron en el mercado antes de que su uso se prohibiera. Sus primeros usos fueron destinados a la fabricación de fibrocemento aunque también se uso en las pastillas de frenos y almohadillas, plásticos, tejados y asfalto. A pesar de los intentos de la industria para estabilizar el mineral, todos los profesionales sanitarios coinciden en que no hay nivel seguro de exposición a este cancerígeno material.
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