La industria del metal ha sido una de las empresas que más ha usado el amianto para ayudar a proteger a sus trabajadores contra el fuego y calor cuando era necesario. Utilizando este material en un sinfín de productos, era el responsable de mantener seguros a incontables trabajadores durante su trabajo diario. Su uso en los hornos refractarios, los generadores, las tuberías y en las calderas contribuyó a dar el vital aislamiento que los trabajadores necesitaban. Además, muchos equipos de trabajo como las mascarillas, las camisetas, los pantalones, los guantes y los protectores de zapatos incluían este material.
A pesar de que este material era valioso para que los trabajadores estuvieran a salvo del calor y del fuego, la presencia del amianto puso a los trabajadores del metal en un riesgo a largo plazo de sufrir mesotelioma y otras enfermedades relacionadas con el amianto. Puesto que estos productos que contenían amianto se dañaban dado su uso diario, pequeñas partículas se liberaban y quedaron suspendidas en el aire, pudiendo ser inhaladas o ingeridas por los trabajadores.
Sin embargo, muchos trabajadores permanecieron ajenos a estos riesgos pues muchos empresarios los ignoraban o los ocultaban conscientemente. Además algunos de los empleadores del sector metal defendieron el uso seguro de materiales que contenían amianto, destacando su valor como aislante. A pesar de la efectividad del amianto como aislante de altas temperaturas y del fuego, debería haberse encontrado un sustituto que siendo un material segur no tuviera riesgos a largo plazo
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