El diagnóstico de cáncer normalmente golpea a la víctima rápidamente sin que se lo espere, alterando su vida pues son pacientes que raramente esperarían tener este difícil diagnóstico Un día el paciente puede estar llevando una vida normal y al día siguiente conoce que la enfermedad ha estado dormida en su cuerpo durante décadas. En un instante, este diagnóstico pasa a ser lo más importante en la vida del paciente pues su mortalidad se pone en perspectiva.
El sentimiento de shock puede ser todavía peor para los pacientes diagnosticados con mesotelioma, ya que se trata de una enfermedad con la que jamás han estado familiarizados. Además el diagnóstico en si puede tratarse de una auténtica sorpresa ya que los síntomas se pueden haber confundido con otras enfermedades, creciendo con intensidad lentamente. Como resultado los pacientes y los médicos van a pasar por dificultades respecto este diagnóstico durante un largo periodo de tiempo. Dado que el mesotelioma es una forma rara de cáncer, antes se hacen pruebas de diagnóstico que tienen que ver con otras enfermedades. Además el mesotelioma normalmente solo es valorado cuando el resto de alternativas de diagnóstico se han agotado.
Este retraso en el reconocimiento puede exacerbar un diagnóstico que ya es difícil, haciendo que las fases negativas de afrontamiento sean todavía más pronunciadas. Tras el shock inicial de diagnóstico, algunos pacientes pueden sentirse desconfiados y rehusar aceptar la verdad sobre su diagnóstico, sobre todo si se encuentran bien. Preguntarse ¿Por qué esto me ha pasado a mí? es una reacción común. A continuación los pacientes suelen sentir intensas emociones de terror, aunque estos miedos puedan tener distintos orígenes. Algunos pacientes tienen miedo a la enfermedad en sí misma, otros pueden temer el tratamiento de la enfermedad y sus efectos. Además muchos pacientes temen por sus familiares y seres queridos, preocupándose por lo que les pasara si no pueden sobreponerse al diagnóstico.
Además, otros pacientes tienen sentimiento de culpa, y expresan remordimientos por no haber sido capaces de reconocer las signos de advertencia de la enfermedad previamente, o se preguntan qué es lo que hicieron para padecer la enfermedad. Esta fase puede ser bastante prominente en los pacientes con mesotelioma dado que la enfermedad se relaciona con la exposición al amianto. Estos pacientes se preguntarán donde tuvo lugar la exposición, preocupándose por si pusieron en peligro a sus familias debido a la exposición secundaria, aumentándose así el sentimiento de culpabilidad.
El enfado es otra reacción común, en particular cuando hablamos del mesotelioma y de las enfermedades que se relacionan con el amianto. Los pacientes suelen estar rabiosos con la empresa o con los dueños de aquella que permitieron la exposición y no fueron capaces de protegerlos frente al amianto, particularmente si hay evidencia de que aquellos conocían o debían conocer los efectos perjudiciales del amianto.
La falta de esperanza normalmente también acompaña al diagnóstico del cáncer ya que los pacientes en ocasiones no son capaces de afrontar positivamente la situación dada la incertidumbre de la enfermedad. Esta incertidumbre puede afectar seriamente al estado emocional del paciente, especialmente si se centran en los negativos aspectos del tratamiento, el tiempo y la calidad de vida que les permitirá tener la enfermedad. Esto puede llevar a un profundo sentimiento de pérdida pues lo paciente normalmente deben enfrentarse a una nueva imagen de sí mismos. Este diagnóstico tiene la habilidad de forzar a las personas a alterar la percepción de sus cuerpos y su futuro, llevándoles a un sentimiento de confusión dados todos los cambios que de manera no deseada tendrán lugar.
El sentimiento de pena igualmente se puede manifestar en una intensa rabia y frustración que puede ser focalizada en los amigos, la familia o los profesionales de la medicina. Esta rabia puede ser especialmente intensa en los pacientes con mesotelioma ya que suelen expresar su frustración como consecuencia de un diagnóstico tardío. Sin embargo los pacientes también pueden ocultar internamente su enfado, luchando internamente contra cuestiones espirituales y cuestiones hipotéticas.
Aunque un abanico extenso de negativas emociones es común y natural, los pacientes que mejor afrontan el tratamiento son aquellos que sortean estos obstáculos y se centran en el tratamiento. Luchar contra el mesotelioma supone más que una prueba de esfuerzo mental que físico. Los pacientes deben fortalecerse para luchar en una batalla física y emocional, que requerirá fuerza, disciplina y valor. Aunque el mesotelioma normalmente acarrea un pronóstico pobre y una corta esperanza de vida, muchos pacientes han superado las expectativas médicas, alcanzando una calidad de vida durante años tras el diagnóstico. Sin embargo, para ello los pacientes deben seguir diferentes pasos para darse a sí mismos su mejor opción de supervivencia.
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