12 Diciembre 2017
Dedicado a las decenas de miles de víctimas inocentes del amianto, por la deuda que tenemos con ellas y para que no caigan en las “cunetas” del olvido.
“Hace poco, (el papa) Francisco se ha dado una vuelta por Auschwitz, el campo de concentración nazi por excelencia. Y al ínclito personaje no se le ha ocurrido otra cosa que arrodillarse y exclamar “oh padre omnipotente, perdónanos por tanta maldad”. (…). Su uso y abuso del plural mayestático es una vieja estratagema para que todos seamos culpables y que nadie sea responsable de nada”. Armando B. Ginési.
Como dice Jorge Riechmann, en su poema titulado “En los días en que se juzgaba a Scilingo”, cuando se trata de víctimas inocentes nos tenemos que hacer una pregunta exigente, porque todas las víctimas cuentan, y es ésta: “Cuántos fueron/Cuántos fueron/No basta que me digan treinta mil/Yo necesito saber/si 29.998/ó 30.112/Díganme cuántos fueron”. No basta con tanto no saber, con tanta ocultación, con tanto silencio. Porque como nos señala el poeta en otro lugar, “Conozco una y solo una brújula infalible en ética y política (que, en el nivel que más importa, son la misma cosa): del lado de las víctimas o contra ellas. No pretendo que sea fácil ajustar la conducta personal a ese criterio de emancipación: digo solamente que es certero y no marra nunca”.
Las peor paradas son las víctimas olvidadas. Y el peor argumento es el de las responsabilidades líquidas. Muchas de las víctimas del amianto pertenecen a estas categorías, están perdidas en las “cunetas” del olvido de la historia, como tantas otras. Nos corresponde devolverles la dignidad y la indispensable reparación, por medio de su memoria y por el señalamiento de los culpables y sus colaboradores necesarios. Es la hora de gritar el “Yo acuso”ii por los crímenes del amianto y no la de entonar el “mea culpa” de una reconciliación equidistante. El perdón vendrá a su tiempo, cuando se haya establecido la verdad, la justicia y la reparación a las víctimas. Hasta tanto solo caben exigencias y escraches.
La conspiración del silencio.
Una magnífica conspiración del silencio se ha cernido sobre la población. Como las fibras cancerígenas del amianto son invisibles, y como el periodo de latencia (tiempo que media entre una exposición y su correspondiente y probable efecto tumoral) oscila entre 10 y 60 años, a las industrias les ha sido muy fácil ocultar su peligrosidad y hacer negocios suculentos durante un siglo, máxime porque constituyeron un cártel tres de las grandes multinacionalesiii, por el que controlaron los mercados y la información, hasta que ya fue imposible ocultar la masacre. Aunque desde el punto de vista científico y epidemiológico, se sabía de su letalidad desde hace más de 50 años. Cada año que pasaba sin prohibirse suponía cientos de miles de fallecimientos evitables. Schmidheiny, el magnate principal en el mundo de este mineral, fue declarado culpable (luego exonerado en el Supremo, por prescripción-sic) en una sentencia por el asesinato de cerca de tres mil personas, y en el proceso el juez declaró que su actuación había sido igual que la de Hitler con los judíos en vistas a la “solución final”. El libro de la fiscal del caso, Sara Panelliiv, hoy fuera de la profesión, ha aclarado sin la menor duda estos extremos.
Fruto de esa conspiración del silencio es la mala calidad de los registros de muertes a causa el amianto, en España y en el mundo. El olvido.
De entrada hay que decir que será imposible llegar a saber el número exacto de eliminados que reclamaba Riechmann a Scilingo, el militar torturador. Por eso hay que hacer un esfuerzo de aproximación con todos los datos disponibles que a estas alturas son ya bastantes.
Vamos a tratar de dar cifras aproximadas de las víctimas pasadas, presentes y futuras, tanto de España como del Mundo. Lo necesitamos para devolverles la dignidad.
Por ser tantas las víctimas engañadas y olvidadas, se deben de considerar como un caso de Memoria Histórica. A pesar del dilatado tiempo de latencia, hay víctimas del letal mineral desde los años 1950s y las habrá, a pesar de su prohibición en 2002, hasta 2040 cuando menos. Es de derecho para las víctimas publicar la verdad de sus casos, la justicia que merecen ellas y sus victimarios, y las reparaciones que exige la ley y la propia justicia.
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Fuente: www.kaosenlared.net
http://kaosenlared.net/la-memoria-historica-del-amianto-cuantas-fueron-cuantas-seran-las-victimas/
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