18 Abril 2017
Trabajar en el proceso de producción de las palomitas de maíz industriales, las mismas que luego se devoran con ansia en el cine o en el sofá de casa ante una película cualquiera, supone un importante riesgo para la salud. Tanto, que esta profesión aparece en la última revisión publicada en la revista científica The Lancet como una de las nuevas vías de exposición a elementos que generan enfermedades pulmonares vinculadas al trabajo. También los empleados que trabajan en procesos de fracking o en fábricas de pantallas de cristal líquido corren riesgo de padecer dolencias respiratorias.
Más de una decena de centros de investigación internacionales han participado en la revisión científica que pone el foco en las patologías respiratorias vinculadas al trabajo. Dos millones de trabajadores mueren cada año por accidentes o enfermedades en el ámbito laboral. La tercera enfermedad más recurrente es de carácter respiratorio. “Queremos sensibilizar de que hay ocupaciones que, aunque afectan a poca gente, tienen mucha relevancia en conjunto porque perjudican la salud”, señala el doctor Xavier Muñoz, del servicio de Neumología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el único centro español que participó en la investigación.
Antes de iniciar el ceremonioso rito de comerse el cubo de palomitas de maíz ante la película de turno, el aperitivo pasa por un procesado industrial para darle un sabor concreto y facilitar su conservación. En ese proceso, algunas fábricas emplean un condimento, el diacetil, para darle un sabor más mantecado a las palomitas. Para el comensal, este aderezo no supone, ni mucho menos, ningún riesgo para la salud, pero en el entorno del proceso industrial, donde se aplica este condimento a altas temperaturas, “el diacetil se evapora, se inhala y puede afectar a los bronquios”. El estudio cita un caso reportado en el año 2000 con ocho trabajadores de una fábrica de Missouri (EE UU) diagnosticados de bronquiolitis obliterante (una infección en los bronquios más pequeños). También se detectaron casos similares en fábricas de producción de la mezcla seca de panadería y en compañías de chocolate, patatas fritas y galletas.
Pero el de los trabajadores de fábricas de palomitas de maíz no es el único caso nuevo que han puesto sobre la mesa los neumólogos en esta revisión. La controvertida técnica de extracción de la fractura hidráulica (fracking), que consiste en aflorar gas y petróleo del subsuelo tras destruir la roca madre mediante agua y productos químicos a presión, también ha generado enfermedades en algunos trabajadores. “Es especialmente peligroso para los trabajadores y gente que está cerca de donde se practica esta técnica porque con los vientos, se levanta el polvo con sílice y elementos orgánicos que pueden provocar silicosis, cáncer, asma…”, señala el neumólogo de Vall d’Hebron.
Decolorar tejidos para fabricar tejanos también es otra práctica más arriesgada de lo que parece. Los expertos señalan que algunas fábricas emplean un chorro de arena que provoca partículas volátiles que los trabajadores pueden inhalar. Se han identificado casos de silicosis severa y deterioro en la función pulmonar con exposiciones breves a estas partículas. Este sistema de decoloración (sandblasting, en inglés) está prohibido en muchas compañías pero todavía se utiliza en fábricas de China, Bangladesh y Pakistan donde, señala el estudio, no hay visos de que se vaya a prohibir próximamente.
En la fabricación de pantallas de cristal líquido, empleadas en muchos dispositivos electrónicos, los trabajadores están expuestos al óxido de indio, un componente que en 2003 se asoció por primera vez con un caso de enfermedad pulmonar intersticial (los tejidos pulmonares se inflaman y se dañan). “También los trabajadores de mármol artificial, un sucedáneo del mármol, lleva sílice. Esto es peligroso para el trabajador cuando lo moldea, aunque no para el usuario que luego lo tiene en su casa”, añade el médico.
Los investigadores también han repasado el impacto en la salud de viejos conocidos, como el amianto (también llamado asbesto), un material que se utilizó durante buena parte del siglo XX como material de construcción para cubrir edificios y montar tuberías y tejados. Aunque ya desde los años 40 se sabe de sus riesgos para la salud, la Unión Europea no vetó totalmente su utilización hasta 2005. En España se prohibió en 2002. Los expertos han querido recordar su nocividad porque, pese a que ya no se utiliza, las enfermedades vinculadas a la exposición al amianto —asbestosis (un tipo de fibrosis pulmonar), cáncer de pulmón y mesoteliomas (tumores de pleura originados por el asbesto)— tienen un período de latencia de 30 años. “Lo peor está por llegar. De aquí a 2035 veremos más casos que nunca de enfermedades por amianto”, advierte Muñoz.
El neumólogo asegura que esta revisión ha de servir para “poner en la mesa el problema”. “Es para que nos pongamos las pilas todos. Unas 500.000 personas mueren en el mundo por enfermedad pulmonar que han cogido en el trabajo. No hay que bajar la guardia, los médicos los primeros, porque como hay pocos casos, cuesta relacionar que una enfermedad surja para algún elemento vinculado al trabajo. Y se complica mucho más cuando son agentes desconocidos que no vinculamos a esa enfermedad”, dice el médico.
Fuente: www.elpais.com
http://elpais.com/elpais/2017/03/23/ciencia/1490298937_947740.html
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