23 Diciembre 2016
Su voz suena sosegada aunque de vez en cuando respira muy hondo, no por tratarse de una persona tranquila sino debido a la asbestosis, una enfermedad que causa fibrosis pulmonar y que contrajo por inhalar amianto en la planta metalúrgica de Iurreta en la que trabajaba. Todavía recuerda el día en que, hace ya 13 años, le informaron durante un reconocimiento médico de la empresa que tenía placas pleurales. «No me dijeron nada más y dos años después se complicó con una neumonía incurable con derrame de pleura y entonces supe que lo que tenía era una enfermedad profesional», relata el durangués Patxi Cortazar.
Fue el primero de la empresa en ser diagnosticado. Trabajó de manera puntual realizando cambios de mangueras de refrigeración de un horno que contenía amianto. «Solo con que respires una vez» esta cancerígena microfibra, el contagio es efectivo. Y Cortazar tuvo la desgracia de inhalarla. Un año y medio después fallecía un compañero por mesiotelioma, un súbito cáncer pulmonar. Fue un duro golpe que le dio fuerzas para seguir luchando por conseguir el reconocimiento de su enfermedad laboral. Tardó siete años en conseguirlo. Hoy, con 62 años, prejubilado y portavoz en la Asociación de víctimas del amianto de Euskadi (Asviamie), admite que se trata de un proceso que solo ven por concluido la mitad de los vascos que padecen esta enfermedad.
Según Asviamie, en lo que llevamos de año el asbesto se ha cobrado la vida de 27 socios, la mayoría vizcaínos, de un colectivo que aglutina a 600 afectados en toda Euskadi. Es la segunda cifra de muertes más elevada en los últimos ocho años en la asociación, tras el dramático 2012 que sumó 32 fallecidos. Según datos de Osalan, desde 1994 en Euskadi se han producido 241 muertes –el colectivo de afectados cree que podrían ser al menos el triple–. Consciente de que el periodo de latencia del amianto es de entre 20 y 40 años, Cortazar apunta que nos encontramos «ante la punta del iceberg». En los últimos meses, advierte, se están multiplicando los casos de mesioteliomas, cuya esperanza de vida no suele superar el año. Osalan mantiene bajo vigilancia a otras 7.000 personas ante la certeza de que los problemas sanitarios se van a multiplicar a partir de ahora.
«Además de la enfermedad que arrastramos, es necesario tener fuerzas para pelear durante años en los juzgados», reconoce. Son procesos larguísimos demorados por recursos y aplazamientos judiciales. «Y el tiempo corre siempre en contra del enfermo». Luchan contra el cáncer y contra el laberinto judicial para demostrar que su enfermedad obedece a que aspiraron fibras de amianto durante su jornada laboral.
«Herencia para la familia»
En lo que llevamos de año se han admitido más de una veintena de casos en Euskadi, apuntan desde Asviamie, el último hace un mes en Durango. Un trabajador de Fumbarri con asbestosis recibió la incapacidad permanente por enfermedad profesional. Se encargaba de romper a la noche los botijos que se utilizaban para enfriar el caldo de la fundición que contenían amianto. Su proceso judicial ha durado cuatro años, pero no ha terminado. Ahora se encuentra en plena reclamación de daños y perjuicios. «A parte de la enfermedad tienes que sacar fuerzas para seguir adelante y no todos tienen la energía necesaria».
Patxi López prefiere no hacer declaraciones y sus compañeros le respaldan. Saben que todavía queda mucho por hacer. «La noticia nos dejó a todos helados, más aún cuando en la planta contamos con 13 afectados por silicosis solo diagnosticados desde 2011», manifiesta un compañero.
Hace cuatro años, el Juzgado de lo Social de Bilbao reconocía a Patxi López la incapacidad por enfermedad profesional, después de que un informe médico le detectara un tumor carcinoide y presencia de polvo de carbón y sílice en el organismo. Un informe avalado por Instituto Nacional de la Seguridad Social. El Juzgado consideró que el empleado había permanecido en activo hasta el reconocimiento de la incapacidad permanente en la fundición de Durango, cuyos riesgos profesionales cubría esta mutua, por lo que debía hacerse cargo del pago. «Y como es habitual para nuestro desgaste», la mutua recurrió, explica Cortazar. «Todo este proceso es muy largo y la inmensa mayoría llega tarde, como herencia para su familia», lamentó.
Hace apenas un mes, el Tribunal Superior de Justicia se ratificaba y zanjaba que una mutua deberá hacerse cargo de la prestación del operario. Una noticia positiva, aunque con sabor agridulce para Asviamie, ya que unos días después a otro trabajador de Gipuzkoa con mesiotelioma se le negaba la enfermedad laboral. Según Cortazar, a nivel estatal «sólo el 1% de los afectados logra un reconocimiento». El amianto, un apreciado aislante por su bajo coste y su alta resistencia al calor, fue ilegalizado en España en 2002.
Fuente: www.elcorreo.com
http://www.elcorreo.com/bizkaia/201612/18/enfermas-causa-amianto-encima-20161217225254.html
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