Se trata de un material que se encuentra en la naturaleza y que, gracias a sus propiedades como aislante térmico y técnico, se popularizó su empleo para la construcción durante la segunda mitad del siglo XX, por lo que se localiza principalmente en zonas urbanas.
El amianto se encuentra presente en muchos puntos de las ciudades y pueblos, no solo en cubiertas y tejados, tamién en las conducciones, los aislantes de las calefacciones, las redes de aguas residuales, sistemas de transporte o en instalaciones industriales e incluso colegios, ha apuntado a Efeverde el responsable de residuos de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas.
En Barcelona una sentencia del Juzgado Social número 8 consideró en 2022 que la exposición al amianto de un trabajador del Metro fue responsable de su enfermedad profesional. Era la primera vez que una sentencia daba la razón a quienes defendían que existía una relación directa entre la manipulación o la convicencia con este material era la causa de una patología que en muchos casos había derivado en enfermedades letales.
¿Por qué es tan peligroso?
El riesgo de este material radica en ser un producto perecedero cuyas fibras se "desmenuzan y pierden su compacidad" pasados alrededor de 30 años de su instalación, estas partículas se transmiten al aire y al ser respiradas pueden provocar cáncer de pulmón o de pleura. También pueden ser ingeridas, como por ejemplo al beber agua que proceda de una tubería elaborada con amianto, según destacan los expertos.
Este material fue de nuevo regulado con la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular promulgada en abril de 2022, en la que se estableció en una disposición adicional que los ayuntamientos tendrán un año para realizar un censo de las instalaciones con amianto y una planificación para su retirada, aunque dicha eliminación solo se exigirá para los edificios públicos "con mayor riesgo" antes de 2028.
Pero la realidad es que son muy pocos los consistorios que han hecho los deberes o, incluso, se hayan puesto manos a la obra para elaborar esos listados de instalaciones con amianto. Y los plazos se van cumpliendo sin que el censo realmente exista o sirva de referencia a las autoridades sanitarias o quienes deben fiscalizar su cumplimiento. Y los expertos recuerdan que no se está exigiendo lo mismo para las instalaciones privadas.
¿Se está eliminando y quién puede manipularlo?
La manipulación y extracción del amianto también está regulada, tan solo pueden hacerla empresas homologadas, por la que es preciso un equipo de protección individual (epi) sellado para evitar el contacto con sus fibras. Y, una vez extraído, el amianto se aísla herméticamente en unas sacas especiales de plástico, y se traslada en un vehículo autorizado a un vertedero homologado para el depósito, donde "se van acopiando por capas" y se entierran.
Sin embargo, este material no se puede reciclar en la actualidad, aunque se sigue investigando en si se le puede dar una segunda vida en el futuro, revalorizarlo. Y es que hay toneladas y toneladas de amianto enterradas en todo el país, depositado en los vertederos, que podrían servir, quizá, para otros usos como la construcción de carreteras.
Sin embargo, desde los colectivos ecologistas siempre han reivindicado que el depósito de amianto en vertederos "no es la solución", y que en otros países como Francia existen plantas con capacidad de "eliminación del amianto mediante procedimientos térmicos". Pero el Gobierno nunca ha hecho demasiado caso a esta posibilidad.
Fuente: www.elperiodicodearagon.com